Los mosquitos y Clerc. Un día que solamente puede mejorar.
Lo decía un tal Howard Jones en su único éxito, en plena década ocho del siglo pasado: "las cosas solamente pueden mejorar". No sé a qué se refería en la canción, ni tengo intenciones de profundizar en el asunto, pero ese estribillo me viene de perillas para titular el día de la fecha:
- es viernes,
- hay match de Copa Davis, le echaré un vistazo por tv,
- termina la semana, estoy cerrando un laburito que espero cobrar de manera urgente,
- parece que no va a hacer mucho calor, seremos bendecidos con unos frescos chaparrones y hasta quizá unas elegantes tormentas eléctricas.
¡Lo peor ya tiene que haber pasado!
Son las ocho de la mañana. A las cinco y media me desperté con una mezcla insoportable de calor, sed y una molestia difícil de identificar.
"Me desperté" es apenas una forma de decir, porque en verdad me encontraba en un estado que conozco y que no es "dormido" ni tampoco "despierto", sino una especie de limbo en el que no logro completar operaciones lógicas mínimas (que por lo general no me causan mayores problemas) como, por ejemplo: "tengo sed, tomo un vaso de agua". No.
Y doy vueltas en la cama, y puteo porque no puedo dormir. Y doy vueltas en la cama. Y puteo.
Calor, sed y definitivamente: ¡mosquitos! Malditos insectos que en esta temporada 2007-2008 vienen rápidos, inasibles, que usan las tabletas auyentadoras como aperitivo (el plato fuerte somos los humanos que las colocamos). Pican rápido y vuelan a cinco centímetros de nuestro cuerpo, redibujándolo a altísima velocidad.
Uno de estos guachos me picaba las manos. Una y otra vez. Y yo estaba en ese estado de inutilidad, que sin embargo no impide el enloquecimiento y la conciencia de estar perdiendo la chaveta.
Es que anoche entré en uno de mis clásicos estados de emergencia cárnica, me despaché un cacho de asado con fritas y aunque tomé recaudos en forma de un par de vasos de agua antes de dormir, las sales se impusieron y la sed llegó para quedarse antes de completar siete horas de sueño.
Vueltas en la cama. Manotazos. Garganta como lija. Finalmente me desperté y salí del catre.
Seis de la mañana. El amanecer estaba fresco y me dije: "ya está, arrancamos temprano, le preparo el desayuno a María, aprovecho el día"...
No duró mucho la mejoría de mi humor. Y ahora dudo de que pueda corregirse, muy a pesar de Howard Jones y su mensaje optimista.
Apenas me senté a la compu, los mosquitos comenzaron a encargarse de mis pies... aunque mi mente logró hilvanar el concepto mosquito con el concepto Off, la rabieta atrapó con su garra mi caja encefálica. Aaaaaaaaaaaaaahhhhhhhh!!!!
Off.
Bueno, vamos, ahora sí.
Vamos. Ahora sí.
Y no...
Actualizo programas y toda la cosita del arranque, abro de un solo clic los diez diarios habituales y empiezo la recorrida para encontrarme con esto.
Dieciocho niveles de rabia más arriba digo: me parece que alguien anduvo diciendo algo acerca de aquel partido contra Chesnokov, cuando abatata empezó a llorar por una falta de pie que le cobraron. Y perdió el control.
Me canso, esto me cansa. Se pone a él mismo en la lista de los mejores... sin comentarios.
Pero decir que Nalbandian es mejor que Vilas es como decir que Schumacher es mejor que Fangio o que Senna... comparaciones sin valor, excepto como agresión y manantial de resentimiento contra una figura que, efectivamente, fue ampliamente superior a él mismo cuando era tenista profesional.
Vilas será loco, antipático o lo que quieran, pero no es solamente un tenista.
Guillermo Vilas es la máxima figura de este deporte en la Argentina: un precursor, héroe de generaciones, gestor de una o varias épocas, recordman mundial, un león, un ejemplo de voluntad. Es el máximo tenista argentino de la historia y también uno de sus mayores deportistas, junto con el mencionado Fangio, De Vicenzo y otros pocos. Deportistas. Gente que triunfa en su disciplina pero que muestra virtudes que exceden el mero talento o habilidad para la práctica.
Vilas es, como se decía en esos años: "un monstruo". Quizá sea el primer monstruo de la era de los monstruos. Antes que Maradona o Ginobili.
Vilas es venerado, si no por su gracia tenística, por su tesón y estampa deportiva, más allá de la Argentina. Es un campeón reconocido, su palabra y su consejo son apreciados por los tenistas en todos los torneos del planeta. Hoy.
La figura de Guillermo Vilas no va a ser borrada por un ranking, por una buena devolución de saque, ni siquiera por ganar la Copa Davis o el Grand Slam. Se leyó claro ¿no? dije "el" Grand Slam, no "un" (torneo de) Grand Slam.
No habrá otro Fangio, ni otro De Vicenzo, etc. Esta gente no está en debate ni en competencia, son "los incomparables". Justa o injustamente, porque hay muchos otros ignotos deportistas que quizá merecerían tanta o más trascendencia, pero las cosas están dadas así.
¿Y quién es Clerc? No voy a gastar tinta en esto. No. Me limito a decir que es un comentador de televisión. Y espero que ESPN pronto se deshaga de él y traiga de regreso a Tony Pena. Por favor. Gracias.
Después de este amanecer, nada puede ser peor.
Voy a mirar en la web, a ver de qué corno hablaba Howard Jones en su maldita canción.